Los teléfonos del escritor y ensayista mexicano Gonzalo Celorio (Ciudad de México, 1948) no dejan de sonar para recibir felicitaciones o solicitudes de entrevista, mientras los fotógrafos desfilan por su casa en la Ciudad de México. No es un lunes habitual; el barullo es porque se convirtió en el séptimo mexicano en ganar el Premio Cervantes. “Estoy abrumado, la verdad que todavía no acabo de asimilar esta portentosa noticia”, dice en entrevista con La Razón.
Este galardón le llega cuando casi acaba de publicar su libro de memorias Ese montón de espejos rotos (Tusquets Editores, 2025), así que con la emoción desbordada expresa: “Siento que no puedo pedir más”.
“Para mí es una coronación después de haber publicado esta obra memorística Ese montón de espejos. Ha sido la obra de recapitulación de una vida y el premio que ahora he recibido también viene siendo una coronación final de mi trayectoria literaria”, afirma feliz.

Lo que queda de ti retrata la ocupación israelí en Palestina
- El Tip: Actualmente es profesor de literatura hispanoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde dirige la cátedra extraordinaria Maestros del Exilio Español.
Este galardón, el más importante en habla española, se le otorga por su “excepcional obra literaria y labor intelectual con la que ha contribuido de manera profunda y sostenida al enriquecimiento del idioma y de la cultura hispánica”.
Gonzalo Celorio celebra que en esta edición, el premio recaiga en un mexicano, ya que nuestro país es el que tiene la mayor cifra de hablantes del español. “Es el país que tiene el mayor número de hablantes de español; uno de cada cuatro de los hablantes de español es mexicano, sin contar los que viven en Estados Unidos y que siguen conservando su lengua a pesar de que ahora sea un tanto proscrita en la administración actual (de Donald Trump)”, expresa el narrador.
Gonzalo Celorio fue postulado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución que ha sido fundamental en su vida, como estudiante, profesor o funcionario.
- 125 mil euros recibirá el narrador como parte del premio
“Sabía que había sido postulado como candidato al premio; me postuló la UNAM, que es mi casa, mi alma mater, la casa donde me formé, a la que dediqué toda mi vida laboral, porque fui profesor de Literatura Hispanoamericana durante prácticamente medio siglo en la Facultad de Filosofía y Letras; también desempeñé algunos cargos académico-administrativos, entre ellos el de director de la Facultad de Filosofía, de manera que estoy ligado a la universidad como un molusco a su concha”, comenta satisfecho el también crítico.
El jurado del premio destacó que el también director de la Academia Mexicana de la Lengua “a lo largo de más de cinco décadas, ha consolidado una voz literaria de notable elegancia y hondura reflexiva en la que conjuga la lucidez crítica con una sensibilidad narrativa que explora los matices de la identidad, la educación sentimental y la pérdida. Su obra es, al mismo tiempo, una memoria del México moderno y un espejo de la condición humana”.
Aunque aún es pronto para pensar en cuál será su discurso cuando reciba el premio el 23 de abril de 2026 en España, Gonzalo Celorio está seguro de que parte de su mensaje se lo dedicará a la obra de Miguel de Cervantes y a la novela mexicana.

“En el discurso que tendré que pronunciar tendré que hablar de la importancia de la obra de Miguel de Cervantes y quizás habrá alguna referencia a la novela mexicana, porque en México, en Hispanoamérica, no hubo realmente una expresión novelística hasta ya empezada la revolución de Independencia, a principios del siglo XIX. En 1816 José Joaquín Fernández de Lizardi publicó El Periquillo Sarniento, que es la primera novela escrita en este continente americano y, como no hubo ninguna en la época colonial, pienso que la novela en América no es nada más un género literario, es sobre todo un género libertario”, resalta Gonzalo Celorio, quien tiene entre sus obras Amor propio, El viaje sedentario, Y retiemble en sus centros la tierra, El metal y la escoria y Mentideros de la memoria.
El también editor resalta que la obra de Cervantes sigue vigente, porque aún nos vemos reflejados en estas historias.
“Quien que tenga el español como su lengua no ha reconocido la figura de Cervantes. Me parece que es la mayor figura que pudiéramos tener. No soy precisamente un filólogo dedicado a la literatura cervantina, pero no cabe duda de que su obra la he disfrutado desde que era niño, la he leído a lo largo de toda mi vida como una novela ejemplar, no en el sentido de las novelas ejemplares del propio autor, sino como una novela paradigmática, que sigue vigente y absolutamente eficaz, con una gran modernidad a pesar de que ya tenga tantos siglos de haberse escrito. Es una novela que pone el dedo en la llaga de la condición humana. Al leer a Cervantes nos leemos a nosotros mismos”, explica.
Este año ha sido tremendamente fructífero para el también autor de Los subrayados son míos: está por publicar otro libro, que dedica a su “entrañable amigo Hernán Lara Zavala, este gran escritor que murió este año. Hago no nada más un repaso de nuestra amistad, sino un recorrido por toda su obra, tanto narrativa como ensayística, que es de mucha importancia; lo reconozco además como un gran editor”, adelanta sobre la obra que, al igual que Ese montón de espejos rotos, lo presentará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
El ensayista aclara que no serán sus libros definitivos, pues seguir escribiendo es uno de los grandes motores de su vida.
“Nunca podré decir que es el último libro, porque para mí escribir es como respirar, no podré dejar de escribir hasta que deje de respirar”, dice Gonzalo Celorio, de quien también el jurado destaca: “En sus libros resuenan la ironía, la ternura y la erudición, trazando un mapa emocional y cultural que ha influido en generaciones de lectores y escritores”.
Además, resalta la manera en que el autor representa a la “figura del escritor integral: creador, maestro y lector apasionado. Constructor de un legado invaluable que honra la lengua española y la mantiene viva en su forma más alta: la de la palabra que piensa, siente y perdura”.
Gonzalo Celorio
Narrador, ensayista y editor
Nació: 1948, Ciudad de México
Estudios: Doctor en Lengua y Literaturas Hispánicas, especializado en Literatura Hispanoamericana por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
Trayectoria: docente en diversas universidades, entre éstas la máxima casa de estudios, la Iberoamericana, el IPN y El Colegio de México
Cargos públicos: secretario académico y director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (1998-2000); director de Literatura del INBAL; coordinador de Difusión Cultural de la UNAM (1989-1998) y director general del Fondo de Cultura Económica (2000-2002).
MEXICANOS NOTABLES
Autores que también se han alzado con el prestigioso reconocimiento.
- Octavio Paz, 1981
- Carlos Fuentes, 1987
- Sergio Pitol, 2005
- José Emilio Pacheco, 2009
- Elena Poniatowska, 2013
- Fernando del Paso, 2015
Una obra que transita por retumbos de la memoria
› Por Carlos Olivares Baró
Ha ganado el Premio Cervantes 2025 el narrador, académico, crítico literario, editor y ensayista Gonzalo Celorio (1948, Ciudad de México) por una obra que “conjuga una lucidez crítica que explora la identidad sentimental y la pérdida”, suscribe el jurado. Sí, las preocupaciones temáticas del autor de México, ciudad de papel transitan por retumbos de la memoria (“novelas memoriosas”, según él), la nostalgia, el acto de la escritura y una dilucidación crítica de los factores determinantes de la cultura hispánica.
El transcurrir como un testimonio de celebraciones. Me detengo en algunos de sus libros. Amor propio (1992): recreación de una vida asentada en utopías y en pasiones que se desmoronan. El gozo de la vida y los límites de sus ceremonias. El viaje sedentario (1994): cuaderno de varia invención: del escritorio a las calles de Mixcoac, de las cantinas a las plazas... Desborde de emociones en una prosa de música columpiada en la añoranza. Y retiemble en sus centros la tierra (1999): nostalgia redundada en el desolado paisaje interior de un personaje entrañable. Tres lindas cubanas (2006): arraigos y exilios, vestigios y quietudes. Una crónica habanera de adioses y encuentros. Tributo literario a Lezama Lima, Eliseo Diego, Dulce María Loynaz, Carpentier.
Gonzalo Celorio despliega un fervoroso amor a las franjas de la literatura hispana manifestado en Ensayo de contraconquista (2001): glosario de la narrativa cubana en exégesis de la obra de Carpentier, Cabrera Infante, Eliseo Alberto. Apuntes sobre el Barroco y el Neobarroco, la poligrafía en Hispanoamérica (Alfonso Reyes, Borges), influjos de Cortázar, aproximaciones a la literatura fantástica, dos novelas de Carlos Fuentes, tres poetas mexicanos (López Velarde, Villaurrutia, Pellicer), amistades entrañables (Bonifaz Nuño, Sergio Fernández, Edmundo O’Gorman).

Tres esenciales: El metal y la escoria (2014): biografía, autobiografía, crónica histórica, remembranzas familiares. Destierros, encuentros y despedidas, éxodos (España, Cuba, México, Estados Unidos...). Indagación sobre el silencio de la familia paterna donde los hermanos malgastan una fortuna en prostíbulos, alcohol y vicios. Curiosidad por develar los itinerarios del progenitor. Los apóstatas (2020): la historia de sus hermanos: Miguel y Eduardo, dos seres que conllevaron la vocación religiosa hasta abandonarla para tomar rutas diferentes en la vida: el primero rescinde en una ofuscación por lo diabólico; el segundo se incorpora a la lucha contra la dictadura de Somoza en Nicaragua. Mentideros de la memoria (2022): frondas que brotan de forma torrencial de los asideros de la memoria. Del profuso Arreola al entrañable Cortázar, con paradas en Rulfo, Eliseo Diego, Dulce María Loynaz, Carlos Fuentes, García Márquez, Monterroso, Luis Rius, Sergio Galindo y Bryce Echenique, entre otras figuras del universo literario y político de Latinoamérica.
De pronta aparición en librerías: Ese montón de espejos rotos (2025): memorias en las que ahonda en su vocación literaria, formación intelectual y trabajo académico. “Este libro amontona recuerdos dispersos que son reflejos de algunos tramos de mi vida. Y sólo reflejos, porque el lenguaje, ineludible y paradójicamente, distorsiona lo que se propone retener en la memoria, más aún si aquello que intenta preservar ocurrió en tiempos remotos. Pero de ninguna manera he pretendido hacer una autobiografía; si acaso, apenas registrar ciertos aspectos significativos de mi vida”, ha suscrito Gonzalo Celorio.

