E fallecimiento de los fotoperiodistas Berenice Giles y Miguel Ángel Rojas Hernández durante un accidente en el festival AXE Ceremonia ha visibilizado la precariedad laboral que viven no sólo los periodistas, sino gran parte de quienes trabajan en un espectáculo masivo de música en vivo. Desde contratos con cláusulas en las que algunas empresas se deslindan en caso de un accidente, pagos por debajo del estándar, jornadas de 15 horas, carencia de transporte seguro de regreso a casa, falta de fisioterapeutas para bailarines, poca capacidad de reacción ante un accidente o no proporcionar información sobre los protocolos de seguridad que se siguen en caso de una emergencia son aspectos que denuncian trabajadores a La Razón.
- El Dato: Ayer, durante la función de Narrar en la tormenta: independencia y resistencia periodística, de Ambulante, se rindió homenaje a Berenice Giles y Miguel Hernández.
Cuando se dio a conocer la muerte de los fotoperiodistas, comenzaron a circular versiones sobre sus condiciones de trabajo. Habían ido a cubrir el festival AXE Ceremonia para Mr. Indie, un proyecto independiente que iniciaron estudiantes de comunicación. Uno de los artistas que puso el dedo en la llaga fue Macario Martínez: “Lo que le pasó en AXE Ceremonia visibiliza la precariedad y la falta de humanidad que los festivales han tenido con sus colaboradores y trabajadores durante muchos años. Como artistas debemos exigir espacios seguros y un trato digno hacia todas las personas que hacen que los festivales y eventos funcionen; desde los medios de comunicación hasta el personal de limpieza y de venta de alimentos”.
Aunque, por lo menos en 2023, el mercado de la música en vivo en México registró ingresos por venta de entradas de 336 mil 700 millones de dólares, según cifras de Statista, quienes están en los niveles más bajos de la pirámide son los más precarizados. Por ejemplo, Annia Cabañas, bailarina que ha trabajado con cantantes y en festivales, contó a La Razón que es una labor “muy mal pagada”, pues los salarios oscilan desde los tres mil hasta los siete mil pesos por presentación, puede tener la suerte de estar con un artista que sí incluya catering, fisioterapeuta y ensayos pagados o trabajar poniendo hasta su propia ropa de vestuario y maquillándose sola.

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“El empleo ideal del bailarín es con artistas; sin embargo, es de los trabajos mal pagados. Bailé con una artista mexicana y en los ensayos te incluía catering. Los ensayos te los pagaban, te llevaban servicio de fisioterapia, teníamos seguro. Es el trabajo más ideal que he tenido, pero hay otros que cuando te contratan ni siquiera les interesa si has comido, si te dan un lugar digno para cambiarte”, contó.
Los trabajadores de la compañía de protección privada Lobo, que se encargan de la seguridad de los asistentes y del recinto donde se realizan eventos masivos, a pesar de salir a altas horas de la noche, cuando ya el foro donde ocurrió el concierto o festival está vacío, no cuentan con transporte seguro para volver a sus hogares.
“Salíamos tarde, porque había ocasiones que el evento terminaba pasadas las 12 de la noche y no nos ofrecían un transporte seguro para regresar. Dentro del inmueble sí teníamos respaldo”, comentó Luis Martínez, exempleado de Lobos.
Quienes se encargan de acercar instrumentos y equipo al escenario durante un festival pueden ganar sólo 600 pesos por turnos de 15 horas. Se quedan a dormir debajo de los escenarios tras estas largas jornadas de trabajo.
¿TIENEN SEGURIDAD? A las precarias condiciones de trabajo se suman las pocas garantías de seguridad. Un empleado del equipo que se encuentra en la zona front of house, quien pidió el anonimato, contó que cuando ocurre un accidente hay poca capacidad de reacción.
“He visto varias cosas, la que más me impactó es que hace como cinco años en un Vive Latino, un chico estaba poniendo unos banners en una estructura y tuvo una descarga eléctrica, porque el centro de carga de iluminación tocó con la estructura. Reacción inmediata no hubo, si se salvó fue porque el mismo crew de luces lo fue a ayudar. Sí tardó la ambulancia en llegar, nunca vi que ningún cuerpo de protección civil arribara. El chico vivió, se lo llevó la ambulancia, no pasó más”, compartió.
Contó que no hay protocolos claros ante una alerta de sismo: “Como proveedores externos no nos indican nada, sólo es súbanse al escenario y trabajen. Durante esta edición del Vive Latino sonó la alerta sísmica, no se sintió nada, pero no hubo un protocolo. Corrimos a donde no hubiera nada, pero nunca vino Protección Civil”.
Consideró necesario que todos los que trabajan en un espectáculo de música reciban antes una charla sobre medidas de seguridad. “Sería bueno que nos dieran un protocolo y conocer los puntos de reunión en caso de una emergencia, información básica. Porque en los escenarios la seguridad corre por nuestra cuenta, a lo mucho hay una ambulancia”, dijo.
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Por su parte, Annia Cabañas contó que en una ocasión que trabajó para una empresa estadounidense había una cláusula en la que no se hacía responsable de los empleados en caso de accidente. “Hablando de bailarines es mucho más común que sufras de caídas, torceduras de pie, insolaciones.
Cuando firmas el contrato te dicen que se deslindan de cualquier accidente o responsabilidad que tengas durante el festival. Si me caigo es mi culpa, pero si el escenario al que me suben estaba resbaloso, eso sí lo asume el festival”, comentó.
Mientras que el otro trabajador que suele estar cerca de los escenarios aseguró que recién, OCESA estableció que todos los trabajadores debían estar asegurados.
“Determinó que a todos los proveedores y freelancers nos tenían que asegurar por evento. Tendrá como año y medio o dos años de eso”, recordó.
Mientras que Luis Martínez dijo que cuando le tocaba viajar a otros estados no tenía tantas garantías de seguridad. “Me tocó un evento, por ejemplo, en Monterrey y la empresa sólo te pone el transporte, pero jamás ves algún especialista en salud para resguardarnos”, comentó.
Annia Cabañas ve necesario establecer mejores condiciones: “Se ha buscado hacer sindicatos para bailarines para que se pague algo justo, que se otorgue seguro médico, pagos por ensayo, catering, pero hay bailarines que malbaratan el trabajo”.

