LA CANCIÓN #6

Steven Tyler, la autobiografía

Steven Tyler, la autobiografía
Steven Tyler, la autobiografía Foto: Cortesía del autor

Aerosmith se retiró hace un año por la fractura de laringe de su vocalista y compositor, el bocón italiano Steven Rico Tallarico. En julio reapareció en la despedida de Ozzy / Black Sabbath con algunas canciones y sus pasitos de baile. Ahí surgió el rumor de un regreso que ya fue desmentido por su gemelo tóxico, el guitarrista Joe Perry. Entonces cayó en mis manos. ¿Acaso molesta el ruido que retumba en mi sesera? Memorias Roqueras (Malpaso), la autobiografía del cabrón progenitor de Lyv Tyler. El nativo del Bronx amenaza: “Tengo muchas salvajadas que contar, relatos atronadores de lujuria, droga y desenfreno, de trascendencia y toxicomanía que saciarán todo su apetito por la truculencia”. Y lo cumple, 60 años de rockear sin frenos. Irresistible atascón para un seguidor del Aeromito.

Lo primero que sorprende es su escritura flamígera, un caudal de locura a la velocidad del sonido en más de 400 páginas cargadas de slang, Tyler es un gato callejero formado en la música clásica y la literatura. De hecho, se considera un personaje de ficción, un mito aéreo, el nombre del grupo salió de la novela Arrowsmith de Sinclair Lewis. Lo segundo que sorprende es que siga vivo después de las cantidades industriales de drogas que se ha metido, la rudeza de las giras y el sexo sin filtros. Es un sobreviviente de una época. Todas las drogas se las ha metido por todas partes. Sin pena cuenta las más de diez veces que ha caído en rehabilitación o las peleas a golpes con novias y esposas por una raya, migajas de opio o la última metacualona. Más tarda en contarlo que en volver a extraviarse. Y al mismo tiempo es un místico voladísimo, amante de la naturaleza, alumno de Huxley, Leary, Kesey y Crowley.

SIEMPRE DIGO QUE SIN DROGAS no hay rock, pero también posee un talento elevado, domina el piano, la guitarra, el bajo y fue baterista en sus primeros cuatro grupos, incluido el cuarteto de jazz familiar. Tiene una sabiduría musical inconmensurable, su lugar favorito en la infancia era bajo el piano de su papá mientras tocaba Chopin, Bach, Beethoven y Debussy. Para él todo es música: el universo, el planeta, la naturaleza y, por supuesto, el sexo. Cuando el rock and roll se le reveló en el radio con el “Twist” de Chubby Checker, él escuchaba sexo: el sonido de la vida misma, la esencia de su grupo que mamaba la teta del bloooze. Y se explaya describiendo sus procesos creativos. Componer es un arte, hay miles de caminos y Tyler abrió unos cuantos. La canción puede caer como bólido del cielo, “Walk This Way” surgió durante una prueba de sonido, o se puede engendrar durante meses y años en lo profundo del ser para salir eyaculada como “Sweet Emotion”.

Testimonio salvaje de la industria musical en apogeo, cuando la cocaína era incluida en la producción del disco o la gira. Claro, todo por servir se acaba. Su principal rotura no es la faringe ni la nariz, lo que ya no oporta son los pies. Se los ha molido tras más de 60 años de bailar como loco sobre los escenarios. Y como decía el Doctor Reinking, la vejez empieza por los pies.

Un libro que saca chispas.