Están allá afuera. La literatura como espejo del trauma

Están allá afuera (Fondo Editorial del Estado de México) del escritor y periodista mexicano Héctor Iván González es un conjunto de relatos que gira en torno a la relación de pareja y los deseos reprimidos. Este libro recibió mención en el Certamen Nacional de Literatura “Laura Méndez de Cuenca 2025”. Érick Guzmán lo reseña desde su mirada de psicólogo y crítico literario, que busca tender puentes entre la literatura y la sensibilidad contemporánea

Están allá afuera. La literatura como espejo del trauma
Están allá afuera. La literatura como espejo del trauma Foto: Especial

Están allá afuera de Héctor Iván González es una obra que oscila entre la crónica y la ficción, donde lo cotidiano se ve súbitamente irrumpido por lo siniestro, la corrupción y la violencia simbólica. Estos cuentos tienen como trasfondo un México en el que la violencia, el miedo y la fragilidad humana se inmiscuyen de manera dramática. Desde el primer acercamiento, los relatos no sólo narran hechos, sino que permiten explorar los mecanismos inconscientes de la angustia y la pulsión de muerte. González consigue articular esta tensión: parte de realidades reconocibles y las transforma en relatos que perturban. Invita al lector a entrar en deseos que suelen presentarse a través de sus protagonistas, las pulsaciones reprimidas que estriban en la subjetividad que aparenta ser ficción, pero que devela más allá de nuestros propios criterios dentro de una sociedad reprimida y callada.

En el cuento “Háganlo bien”, Andrés pasa de un proyecto vital de libertad (el Hotel Ciudad) a un escenario de persecución y despojo. Lo que parecía un refugio para los amigos se convierte en la amenaza del crimen organizado. Freud describió lo siniestro como aquello familiar que se torna extraño, y en este cuento se aprecia con claridad: el hotel, espacio íntimo y acogedor, se convierte en el lugar del horror y de la muerte. “En el instante de mayor obscuridad, se limitó a mascullar: ‘No fallen. Háganlo rápido. Al primer disparo, por favor. Háganlo bien’.” La angustia de Andrés gira entre la esperanza y la certeza de la aniquilación. Es una súplica ante la muerte donde la resignación y el desasosiego llegan por sí mismos. La obra entera parece atravesada por lo que Freud denominó pulsión de muerte, la tendencia a la repetición y a la autodestrucción. Andrés, pese a haber hallado un paraíso en Puerto Escondido, se ve arrastrado por un destino que lo devuelve a la pérdida, al fracaso y la amenaza. En clave lacaniana, diríamos que el goce —ese exceso que acompaña al deseo— siempre conlleva una cuota de destrucción. El personaje, atrapado en el círculo de la fiesta, la droga y la aparente libertad, termina enfrentándose a la devastación de su proyecto.

EL TÍTULO MISMO ESTÁN ALLÁ AFUERA SUGIERE UN ESTADO PARANOICO: SIEMPRE HAY UNA AMENAZA EXTERNA, UN PELIGRO INDEFINIDO QUE ACECHA

EN VARIOS RELATOS, el otro aparece como una figura omnipresente y amenazante. En “Plan de no intervención”, la figura de Mateo representa ese Otro que, bajo una fachada de respetabilidad, encarna la corrupción. El protagonista se siente manipulado por una red inexorable. Se entiende el Otro como lugar del lenguaje y de la ley, pero aquí ese lugar se vuelve perverso: no regula ni protege, expone. El sujeto queda reducido a la indefensión, que, pese a su sospecha, está obligado a callar ante el goce y la complicidad de su esposa. En “Silvia”, el narrador revive una historia de amor adolescente que vuelve bajo formas degradadas. El recuerdo de la joven se confronta con el reencuentro: Silvia transformada, desgastada por la vida. El deseo, que en la adolescencia se experimentaba como plenitud, aparece ahora como resto. Esta tensión entre la imagen ideal y la realidad deteriorada encarna la lógica del objeto alacaniano: aquello que causa el deseo, pero que nunca puede ser alcanzado en plenitud.

El título mismo Están allá afuera sugiere un estado paranoico: siempre hay una amenaza externa, un peligro indefinido que acecha. Esa presencia ominosa atraviesa los cuentos, ya sea en la forma del narco, del vecino, de la ex pareja o de la corrupción institucional:

—Mi amor, hazme caso, te lo ruego. Es el cartel… no los podemos contradecir. No sabemos qué pueden hacernos. ¡Están allá afuera! No te asomes a la ventana y ve juntando tus cosas.


La paranoia no sólo es un trastorno clínico, sino también una estructura subjetiva que organiza la experiencia frente a un mundo hostil. Los personajes de Héctor Iván González encarnan esta certeza de que lo Otro siempre conspira. Lo interesante es que, lejos de ser infundada, la amenaza suele ser real.

ESTÁN ALLÁ AFUERA es una exploración del trauma; sus personajes están atrapados entre el deseo y el miedo. Muestra cómo lo siniestro habita en lo cotidiano, cómo la pulsión de muerte organiza los destinos y cómo el Otro se revela bajo formas persecutorias. La literatura aquí funciona como un espejo que devuelve al lector su propia angustia, dejándolo marcado por esa certeza inquietante: la amenaza está afuera, pero también adentro, como parte de la condición psíquica humana. Sólo hemos hablado de tres cuentos, pero ninguno concluye en la última página. Al contrario, se prolongan como ecos incómodos que dejan preguntas abiertas: ¿Hasta qué punto hemos normalizado perder el sentido del otro? ¿Cómo se infiltra el miedo en nuestras vidas? ¿Qué lugar tiene la memoria personal frente al deterioro colectivo? Están allá afuera confirma que el cuento, trabajado con rigor y sensibilidad, es capaz de iluminar las zonas más oscuras de la realidad. Celebremos la aparición de este libro que nos recuerda que la literatura no huye de la realidad, sino que la enfrenta y nos la devuelve como un espejo crítico y profundamente humano.