Yo, la otra

Ojos de perra azul

Yo, la otra
Yo, la otraCortesía de la autora
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En mi estudio hay muros cubiertos de libros leídos y no leídos, la pereza no me deja acomodarlos como quisiera, por orden alfabético, tamaño, materias, ediciones o colores. Lo mismo ocurre con mi mundo, ideas y obsesiones, sin orden, revueltos, funcionan por instinto. La silla de cubierta pálida es suave y se confunde con mi piel, en el respaldo se apoya mi existencia, el tapete afelpado me erotiza los dedos de los pies siempre descalzos. Corre distinto el tiempo, forma intersticios por los que te cuelas tú en la imaginación desbordada. Pese al silencio, el frío y la humedad, me gusta este nicho donde me sepulto en fantasías.

SOBRE EL AMPLIO ESCRITORIO reposan mis inútiles apegos y fetiches: monedas, pañuelos, piedras para embrujar y hacer amarres, tu fotografía clavada de alfileres, lápices, la pluma de cuervo, nevermore. Reposan mis diarios y los de mis autores favoritos, los reviso y descubro que pensamos igual en los mismos días de años diferentes. En la gaveta escondo mis juguetes sexuales para casos urgentes, en un trozo de pared se encuentra Santa Teresa en éxtasis, hay hojas de viejos calendarios sostenidos por tachuelas pinchadas en la memoria.

Una ventana. En el cristal aparece un reflejo en medio de la opaca transparencia. Ahí está mi otra, ambas sentadas con las piernas desnudas y ligeramente abiertas, mirándonos. Mi ectoplasma flota en el aire y me roba el equilibrio, levitamos sobre el suelo que apenas nos sostiene. Una y otra: cuerpos distintos nos habitan de forma alternativa. Su universo y el mío se unifican cuando juntas ocupamos el espacio.

Ella observa con mis ojos, yo sonrío con su boca. Nos tocamos a distancia o cercanía

Mi réplica y yo emprendemos el ritual de la escritura telepática. Abro la computadora, enderezamos la espalda. Mordemos la tapa de un bolígrafo y se nos ocurren palabras. Se escucha el sonido de los teclados. Un trago de café nos despereza, aparecen párrafos y se crea este relato.

Ella observa con mis ojos, yo sonrío con su boca. Nos tocamos a distancia o cercanía. No quiero integrarme en una sola, disociada es más fácil vivir por cuenta propia. Dividida estoy y sigo siendo.

Te doy acceso a mis dos identidades. Tómame a mí o a mí.

*** Necesito un domador de sangre.