Contrario a lo que pudiera indicar su título y lo que en algunos medios han venido vendiendo con respecto a “El Baño del Diablo”, dirigida por Severin Fiala y Veronika Franz -mancuerna que tiene pendiente el estreno de “A head full of Ghost”-, no estamos ante una película de terror propiamente, sino de un estilizado drama con tintes mórbidos que se convierte en una inquietante exposición sobre la depresión femenina y la salud mental, dos temas a los que hoy es cada vez más urgente atender, y es por ello que las miradas al pasado se vuelve más que necesarios.
Por que la innegable belleza naturalista definida por tonalidades verdes y grises apenas bañadas por la luz del sol, con la que aquí visten tanto los pasajes más escabrosos, dígase todo lo relacionado con la mujer que asesina a un bebé por ejemplo, como los correspondientes a la vida cotidiana de la comunidad austriaca en cuestión; no busca dar miedo al espectador, sino incomodarlo y envolverlo en el desasosiego que aqueja a la protagonista, una joven del siglo XVIII recién casada y atormentada por el sinsentido de la vida marital, la búsqueda de la maternidad, el peso de las creencias alimentadas por una religión basada en la culpa y los oscuros caminos que ofrecen los rituales paganos, lo cual le sumerge en un profunda melancolía llevándole a atentar contra los demás y contra sí misma.
Pero quizás lo más importante es como se valen de la reproducción con vena antropológica para evidenciar la desatención e ignorancia predominante en el entorno y su primitivo doble discurso que de inmediato conecta con la indolencia de nuestra actual sociedad, cuya enfermiza ironía alcanza el punto más álgido al conectar el espíritu festivo de la boda inicial y el de la macabra ceremonia con la que la película termina.

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Basada en hechos reales registrados durante la época a la que refiere, y contando con la contundente visceralidad que luce la actriz Anja Plaschg -“Los soñados” (2016)- en el rol principal, aunque su desarrollo casi hipnótico llega a debilitar un par de secuencias acercándose a la somnolencia, “El Baño del Diablo” hace implacable e inteligente disección de la condición humana, y resulta tan meticulosa y real que se convierte en una pesadilla, de esas que resuenan por largo tiempo en la cabeza. Fue seleccionada para competir por el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín, es traída por Cine Canibal.
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