Al igual que hiciera con otras exitosas producciones como The Mandalorian, el director y productor Dave Filoni sigue marcando el paso de cada acercamiento a la franquicia creada por George Lucas que cae en sus manos, con base en su apasionado entendimiento y hábil ejecución del western, algo que por supuesto resulta sumamente natural dados los rasgos que definen desde su origen a la franquicia.
Así entonces, en esta tercera entrega de la antología denominada como Historias del inframundo, le bastan tres episodios de poco más de 15 minutos para, a partir del entorno místico donde quien tras abrazar el lado oscuro y luego renunciar a él, es honrada con un discreto pero respetuoso ritual funerario acompañado de un último tributo de aquel amor tormentoso que vivió.
Entre las sombras se manifiesta la vitalidad espectral del culto matriarcal de las Hermanas de la Noche desplegando disyuntivas de vida y muerte en fugaces pero seductoras escenas; valerse del arquetipo del forastero errante que une su destino al de un infante, un recurrente del ya mencionado género, y así consolidar a Asajj Ventress como uno de los más interesantes ejemplos de los modelos de personaje del universo Star Wars, que se encuentran más allá de los extremos Jedi y Shit propios en la interpretación binaria de la manifestación de la Fuerza.

¿De qué murió Mario Ureña, invitado que falleció en vivo en pleno programa?
Las secuencias de combate en entornos urbanos, dotadas de cierto vértigo en las perspectivas, recuperan de forma gradual la letal espectacularidad del uso de los sables laser que lucía la otrora asesina formada bajo la mentoría del Conde Dooku.
Así establecen con claridad y sin rodeos gracias al contraste de caracteres, el juego de complicidad que a regañadientes habrá de establecer con su acompañante, y que se convierte el móvil de la trama que no omite los viajes entre planetas hasta entregar bellas postales de aire crepuscular con parajes desérticos donde se conjugan los códigos del western y la Space opera, teniendo de fondo acordes musicales con eco del Japón tradicional y sus instrumentos de viento.
En lo que se refiere a los capítulos dedicados a Cade Bane, al tratarse de un cazarrecompensas en toda la extensión de la palabra, era lógico que para contarnos su infancia y la forma en la que se convirtió en lo que es, recurren a la fórmula del drama sobre amistad, hermandad y fatídico romance con comisario incluido, el cual da pie para la recreación de barrios aquejados por el crimen y la miseria que se asemejan a los pueblos vaqueros bajo la fastuosidad de la gran ciudad.
Un cautivador escenario y una historia ideal para desarrollar emocionantes persecuciones, tiroteos y duelos con bláster en lugar de revólveres, donde la tensión se estira concentrándose por momentos en la mirada del protagonista para de inicio mostrar cómo se fueron retorciendo sus sentimientos, y luego hurgar en ella con la esperanza de encontrar algo más que frialdad y resentimiento.
Al final es cierto que en Star Wars: Historias del inframundo ambos arcos argumentales son un tanto predecibles, pero la evolución de los personajes es sólida y congruente. Además, de su conexión de contexto es con todo conocimiento de causa, de tal modo que, así como respeta aquello que a Asajj Ventress y Cade Bane les ganó un lugar en el gusto de los fans, explora sus rasgos principales para enriquecerlos como personajes, sin dejar de aprovecharles para entregar emocionantes incursiones animadas al Universo Star Wars.

