De Netflix

Frankenstein, Guillermo del Toro y su obsesión que se vuelve nuestra

La cinta se estrenó en México durante el Festival Internacional del Cine de Morelia y llegará a cines próximamente

Frankenstein, Guillermo del Toro y su obsesión que se vuelve nuestra
Frankenstein, Guillermo del Toro y su obsesión que se vuelve nuestra Foto: Especial

La obsesión creativa que el director mexicano Guillermo del Toro ha mantenido durante muchos años hacia el relato de Frankenstein, es directamente proporcional a la de su protagonista, y por fin consigue inundar con ella la pantalla grande a través de esta interpretación con la que apuesta por el drama con énfasis en los dilemas de trascender la muerte física y las implicaciones religiosas, haciendo de la ciencia ficción primigenia donde chocan la carne de los cadáveres, los circuitos y los engranes, un proceso de comunión tan natural y estilizado que resulta de una mórbida belleza, cuya cumbre es el diseño de una criatura espigada, pálida y poderosa pero al mismo tiempo de semblante dramático y teatral, claramente inspirada en la novela gráfica Frankenstein ¡Está vivo!, obra póstuma del artista Bernie Wrightson -publicada por Editorial Planeta-, la cual en trama y estética sería la continuación no oficial inmediata a está película.

Destaca lo minucioso y sólido de la vinculación del desarrollo de los protagonista encaminados a la tragedia, con los elementos visuales estilo gótico definidos por las torres apuntando al cielo y en la búsqueda de la luz, además se los parajes nevados o sucios donde resaltan ciertos colores y vestuarios en específico para convertirse en alegorías, alejándose así del terror para concentrarse en los conflictos padre e hijo, mismos que tras establecerse con amargura serán el detonador de los afanes científicos desbordados que habrán de torcer el lado humano de quien se revela como el verdadero monstruo.

Las perspectivas de Víctor Frankenstein y la de su creación sobre las cuales se estructura la narrativa, se complementan atendiendo a la descomposición de las emociones que, debido a su arrogancia, ambición y cobardía a la hora de asumir las consecuencias de sus actos, el primero provoca en el otro, quien ya de por si está condenado a la tortuosa melancolía existencial.

Por otro lado si algo le resta consistencia al resultado general, es lo corto que se queda en algunos de los personajes secundarios, su versión del Doctor Pretorius cuyos apuntes temáticos lucen un tanto impostados y en realidad poco aporta más allá de servir para justificar los recursos de los experimentos en cuestión, aunado al nivel de brutalidad en la aparición inicial de este ser armado con retazos humanos, y los estragos que deja en la tripulación de un barco atrapada en el hielo, por lo cual es un tanto inverosímil que luego le permitan contar su historia como si fuera una tarde de café.

Es por ello que este nuevo Frankenstein estrenado en México durante el Festival Internacional del Cine de Morelia, no logra posicionarse como una de las mejores películas del célebre responsable de maravillas como El Laberinto del Fauno (2006) y La Forma del Agua (2017), pero sí como una de las más apasionadas y deslumbrantes adaptaciones de la novela original de la también ensayista británica Mary Shelly. Un par de semanas de llegar a la plataforma de Netflix, se estrenará en cines seleccionados y vaya que vale la pena verla en pantalla grande.

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