La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo cerró su gira de rendición de cuentas, emprendida desde septiembre con motivo de su primer año de sexenio, ante una copiosa movilización sindical y también ciudadana, que consiguió reunir a 400 mil personas en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Desde el amanecer del domingo, la Plaza de la Constitución comenzó a llenarse con contingentes que ondeaban las banderas de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), que además colgó una manta a su nombre en los edificios frente a Palacio Nacional; también el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), cuyo color naranja abarcó casi una tercera parte del Zócalo.
Frente a Palacio, a la altura del Centro joyero, se extendió una lona con un mensaje a la mandataria: “Un año de gobierno por y para el pueblo. ¡La transformación avanza!”, pero enseguida, al pie, se alcanzaba a leer otra lona: “En México, 40 personas desaparecen cada día”.

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- El Dato: la Presidenta recorrió los estados de la República en la gira de rendición de cuentas que llamó “La Transformación Avanza”. El Zócalo capitalino fue elegido para el cierre.
Tras salir de la puerta de honor de Palacio y rendir honores al lábaro patrio, la mandataria avanzó hacia las vallas donde caminó por más de seis minutos para estrechar las manos de ciudadanos que se abalanzaban sobre las estructuras, para alcanzarla y le hacían llegar bendiciones, apoyo y peticiones; también al grupo de empresarios que la han acompañado en su administración.
Contrario a otros eventos, esta vez sólo hubo una primera fila ocupada por 29 de los 32 gobernadores —con la ausencia de Chihuahua, Guanajuato y Jalisco—, que intentaron aprovechar los breves segundos que dedicó a cada uno para darle unas palabras, entre ellos el gobernador de Baja California Sur, Víctor Manuel Castro, quien dejó del lado la formalidad y acudió al acto presidencial vestido con sudadera.
En un espacio reservado y separado con vallas metálicas, detrás de los gobernadores, se ubicó al grupo de coordinadores parlamentarios de la 4T, como Adán Augusto y Ricardo Monreal, así como miembros del gabinete ampliado, a los que saludó de lejos, con la palma.
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Entre la lista de invitados especiales se hicieron presentes figuras como Andrés Manuel López Beltrán, actual secretario de Organización en Morena e hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien se mantuvo presente en la movilización por medio de las playeras, peluches, banderines y las consignas con las que avanzó la multitud: “Es un honor seguir con Obrador”.
Ni el cielo nublado con el que amaneció la capital, ni el fuerte sol que se hizo sentir conforme avanzó la mañana, hicieron que alrededor de 400 mil personas llegaran al Zócalo para escuchar el informe de la mandataria.
Desde temprano, más de un centenar de autobuses convirtieron las vialidades aledañas en un estacionamiento, de ellos descendieron militantes y simpatizantes de la Cuarta Transformación, provenientes de distintos puntos de la República y de la capital.

Tras seis horas de camino desde Oaxaca, don Carlos, y alrededor de 400 personas, llegaron a la Alameda Central, donde sacaron un anafre, encendieron el carbón y calentaron un chicharrón con frijoles para desayunar.
Llegando al Eje Central Lázaro Cárdenas y la esquina de Madero se formaba un cuello de botella que hizo que las personas buscaran camino por las demás calles, que igual terminaron por abarrotarse: 16 de septiembre, 5 de Mayo, Tacuba, Venustiano Carranza.
Al ritmo de La Yaquesita, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) puso a bailar a la mandataria con las fotografías de su rostro puestas sobre figuras de cartón con las manos sueltas, que giraron en lo alto, acompañando a la banda que amenizaba la espera, al lado de la Catedral metropolitana.
Desde las 08:00 horas, un mariachi de la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa) recibía a la gente dentro del Zócalo; más tarde, el Grupo Armada, de la Secretaría de Marina (Semar), se encargó de hacer bailar y cantar a los asistentes con cumbias, regional mexicano, pop, bajo éxitos de Luis Miguel y otros artistas.

La mandataria salió al templete, donde la esperaba casi todo su gabinete, excepto los titulares de Seguridad, Omar García Harfuch, y de Economía, Marcelo Ebrard. La gente gritaba consignas y agitaba las banderas que inundaron la Plaza de la Constitución.
Hasta el frente del grupo magisterial de la SNTE, del lado izquierdo de la plancha, un grupo pro-Palestina consiguió colarse con un cartel en el que escribieron “Se dicen de izquierda, pero no rompen con Israel”, y con una lona sobre la que se leía: “Protección para la flotilla. Alto al Genocidio. A romper relación con Israel”, que ocurre en el contexto de la captura de seis mexicanos que viajaban en las embarcaciones con ayuda humanitaria para Gaza.
A lo largo del evento gritaron consignas como “Claudia, carajo, rompe con Netanyahu” o “a romper, a romper relación con Israel”, las cuales pronto quedaban opacadas por los gritos en favor de la Presidenta que se hacían escuchar.
A la misma altura se elevaban globos dirigibles, entre los cuales uno fue jalado hacia abajo y que durante unos minutos tapó la lona. Hacia el final del evento, quienes la sostenían exigiendo la ruptura con el gobierno israelí encendieron bombas de humo color rojo y verde, que de inmediato hizo voltear miradas hacia su mensaje, pero por poco tiempo, pues la mandataria continuó con su discurso, ante lo que el grupo pro-Palestina se quitó las gorras guindas y playeras con el nombre de Claudia, que los hicieron pasar desapercibidos entre la multitud.

La Presidenta concluyó su informe con un “¡Viva México!”, que tuvo eco en los miles de asistentes que tardaron alrededor de una hora en poder dejar el Zócalo con su tránsito habitual.
A su salida, el coordinador guinda en el Senado, Adán Augusto López Hernández, intercambió unas breves palabras con su similar Ricardo Monreal, y después con la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, para después continuar con su partida con las manos tentando los bolsillos de su saco, mientras, alrededor, los demás legisladores se tomaban fotografías entre sí.
Al final del evento oficial, el líder morenista fue detenido en algunas ocasiones por otros invitados que le daban una palmada en el hombro y otros que le pedían una fotografía para la que apenas y se detenía.

