ANTROPOCENO

Gentrificación y matemáticas

Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Bernardo Bolaños. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

En 2007 corté a una novia por acusarme de gentrificador. Yo acababa de regresar de mis estudios de doctorado en París y rentaba un cuarto en Santa María la Ribera. Estaba orgulloso y enamorado de mi nuevo barrio. Ella, antropóloga, creía que mi llegada rompía el tejido cultural y encarecía los precios de la vivienda. Era falso, dado que yo había regresado endeudado. Era cierto, si me hubiera quedado en la colonia a largo plazo.

En los estudios sobre gentrificación está el libro Gringolandia, escrito por un gringo, Matthew Hayes, y las recientes advertencias del mexicano Carlos Matienzo en X contra “progrelandia” (según él, a partir de su experiencia en Capitol Hill, Seattle, un barrio desgentrificado se puede volver sucio y peligroso).

Si no te conmueve que familias zapotecas, residentes de toda la vida en la ciudad de Oaxaca, deban ceder sus viviendas a turistas que no hablan español y que vienen atraídos por bares chic en las azoteas y por estudios de yoga en la capital oaxaqueña, entonces eres probablemente un whitexican globalizador sin arraigo y sin conciencia. A muchos de esos visitantes no les gusta Oaxaca por su gente y su cultura, siguen tendencias frívolas, según Myriam Lamrani, de la Universidad de Harvard. Pero sería estúpido agredir a Lamrani o a otra extranjera (frívola o no), para tratar de ahuyentarlas cuando toman su expreso en la ciudad de cantera verde.

Propongo meter un poco de ciencia y de matemáticas en esta discordia. Tanto la gentrificación como la llamada “desbandada de blancos” y el deterioro urbano por falta de inversión en mantenimiento de los inmuebles, se pueden estudiar conjuntamente desde la teoría matemática de colas o filas. Como explica Thomas Sowell, “ha habido una tendencia histórica de grupos que sustituyen a otros en los barrios, puestos de trabajo, liderazgo, escuelas y otras instituciones. [En Nueva York] en el siglo XIX los anglosajones huyeron de los vecindarios cuando los irlandeses se mudaron a ellos, la clase media irlandesa huyó cuando se instalaron judíos e italianos”. La teoría de colas muestra que no es sólo la mano invisible del mercado la que pone y quita a los habitantes de un barrio, sino el juego de fuerzas que incluye afinidades culturales, presiones demográficas, migración en busca de estilos de vida, etcétera.

Una oleada reciente ha convertido a las colonias Roma y Condesa en Little America, con los sonrientes dueños de espacios de renta contando sus billetes. ¿Pero quién sigue en la cola? Mientras la IP no sea sensible a la falta de vivienda asequible a jóvenes y personas de la tercera edad, otras fuerzas sociales entrarán en juego. Seis organismos empresariales rechazaron, en una muestra de aporofobia o aversión a los pobres, que el Infonavit regularice viviendas que estaban vacías y fueron ocupadas pacíficamente. Piden “instituciones fuertes”, pero el resto de la sociedad también puede y quiere instituciones fuertes que velen por sus intereses. La Ciudad de México es gobernada nada menos que por Clara Brugada, quien se formó en la lucha por la vivienda en Iztapalapa. En vez de un choque de corrientes, podemos encauzar las fuerzas sociales hacia un solo torrente de armonía social.

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