HABLANDO DE DERECHOS

La belleza cuesta y el pago puede ser la vida: Paloma Nicole

Jacqueline L'Hoist Tapia<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Jacqueline L'Hoist Tapia*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

En estos días ha surgido un nuevo debate a partir del caso de Paloma, una niña de 14 años que falleció tras someterse a una cirugía plástica estética.

Desde las negligencias médicas hasta la falta de responsabilidad atribuida a la mamá y al padrastro surge la pregunta: ¿hasta qué punto los estereotipos de género y los estándares de belleza, impuestos por la sociedad, están llevando a niñas a arriesgar su vida por encajar en un molde que rebasa cualquier expectativa?

Dado lo reciente del acontecimiento y el hecho de que aún las investigaciones se encuentran en curso, es poco lo que sabemos sobre los detalles de esta tragedia. Lo que sí sabemos es: una madre que no sólo autorizó, sino que impulsó y promovió que a su hija de 14 años la intervinieran para realizarle cirugías estéticas en donde ninguna de ella era necesaria en términos de salud, este hecho es suficiente para abrir una reflexión mucho más profunda: ¿qué está pasando en nuestra sociedad para que una niña, que aún no ha terminado su desarrollo físico ni emocional, sienta que su cuerpo necesita ser modificado quirúrgicamente? No es suficiente con señalar la responsabilidad médica o legal de las personas involucradas, como la mamá y el padrastro, también es necesario mirar hacia una estructura que impone estereotipos inalcanzables para las mujeres y también que impone una hipersexualización que no únicamente trastoca a mujeres adultas, sino que alcanza injustamente a niñas y adolescentes.

TE RECOMENDAMOS:

Decimos que es un problema estructural porque hay todo un sistema detrás que hace funcionar las cosas de cierta manera: en México no existe una edad mínima establecida por ley para realizar cirugías estéticas. La Ley General de Salud exige que los procedimientos sean realizados por profesionales certificados en establecimientos con licencia sanitaria, pero permite que el consentimiento lo otorgue un tutor legal, del menor o la menor que no ha alcanzado la mayoría de edad. Este vacío legal es un arma de doble filo: por un lado, protege los derechos de niñas y niños trans, pero por otro permite que ocurran casos como el de Paloma. Sobre esto, es importante impulsar la regulación de estas leyes para proteger a las infancias de intervenciones innecesarias y peligrosas, pero que al mismo tiempo se siga garantizando su desarrollo libre de la personalidad.

Este caso nos lleva a por lo menos tres acciones; exigir que las investigaciones avancen, que se finquen responsabilidades médicas y legales, que se impulsen cambios en las normas sobre la regulación de las cirugías estéticas en menores de edad y tercero es indispensable acompañar estos esfuerzos con políticas de prevención, educación en autoestima y campañas que desmonten los estereotipos de belleza. Necesitamos vernos al espejo, querernos y abrazarnos más, porque mientras sigamos normalizando que la apariencia está por encima de la salud y el bienestar, seguiremos empujando a muchas niñas y adolescentes a querer cambiar su apariencia, sometiéndose a cirugías plásticas riesgosas.

Temas:
TE RECOMENDAMOS: