La semana pasada fue otorgado el Premio Nobel de la Paz 2025 a María Corina Machado, líder de la oposición en Venezuela, que ha luchado de manera incansable para alcanzar la democracia en medio de una dictadura en su país. Este hecho no únicamente representa el reconocimiento a esta lucha por la democracia, también representa la importancia del papel de las mujeres en contextos de lucha por sociedades más justas y el poder transformador en el combate a la desigualdad para alcanzar la libertad.
Ésta es la segunda vez que se entrega el Premio Nobel de la Paz a una mujer latinoamericana, el primero fue para Rigoberta Menchú en 1992, y es la segunda oportunidad que tenemos para aprovechar y visibilizar que las luchas no violentas por la libertad y la democracia son necesarias, sobre todo en sociedades como en las que vivimos actualmente, donde la polarización ha ido incrementando problemas como la desinformación y el menoscabo al derecho de libertad de expresión ha tomado terreno de manera silenciosa, pero significativa.
Personajes como Corina Machado rompen estereotipos y hoy, más que nunca, es lo que necesitamos en México y América Latina. De acuerdo con datos de ONU Mujeres y la Cepal, en América Latina y el Caribe, las mujeres ocupan entre 34 y 36 por ciento de los escaños en los parlamentos nacionales, y en los gabinetes de los poderes ejecutivos, las mujeres representan alrededor del 28.7 por ciento de los cargos. Por lo tanto, la carga simbólica que hay detrás de este premio es más que valiosa y pone sobre la mesa lo que los movimientos feministas han estado declarando desde muchos años atrás: la justicia y la lucha contra la violencia para conseguir gobiernos y sociedades pacíficas van de la mano con la lucha de las mujeres. Este acontecimiento también demuestra que el papel de las mujeres no únicamente radica en “sólo participar”, también está en liderar países enteros e inspirar a las demás sociedades para luchar contra regímenes autoritarios.

Góbers felices en el sorteo
La situación que atraviesan países como Venezuela, para muchas personas puede significar algo ajeno y para otras personas, como para el dictador Maduro, es una “bruja demoníaca de la sayona”, o para la Presidenta Claudia Sheinbaum un “sin comentarios”, pero la realidad es que, sin personajes como Corina Machado, que optan por alzar la voz ante las irregularidades y desenmascarar a los gobiernos que frenan la transición a la democracia, no tendríamos un punto de referencia de lo que es posible alcanzar a la hora de tener que defendernos ante las injusticias, y el hecho de que una mujer sea ese ejemplo nos habla de los avances y logros del movimiento de mujeres.
Machado no sabe si podrá en diciembre ir a Oslo a recibir el premio de la paz, dice: “Mientras Maduro esté en el poder, no puedo dejar el lugar donde me escondo porque hay amenazas directas contra mi vida”.

