ARISTA

Del 68 a la Generación Z

Antonio Michel Guardiola. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Antonio Michel Guardiola. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

En 1968, mientras México se preparaba para recibir los Juegos Olímpicos, el gobierno enfrentaba una oleada de movilizaciones estudiantiles que exigían libertad, justicia y democracia. La respuesta del Estado fue brutal: represión, censura, y finalmente, el 2 de octubre, una masacre que nunca se olvidará.

Hoy, 57 años después, México se prepara para otro evento internacional —el Mundial de 2026— y de nuevo jóvenes han salido a las calles. La historia no se repite, por supuesto. Hay diferencias palpables, como el número de participantes, los motivos, la contundencia de los manifestantes y la posición de México en el mundo, entre otros. Sin embargo, aunque los gritos no sean los mismos, algunos ecos suenan lo suficientemente cerca.

La llamada “marcha de la Generación Z” no fue sólo una rabieta digital, ni un espectáculo pagado. Fue la expresión de hartazgo de un grupo que ve cómo matan a un alcalde que se atrevió a desafiar al poder —Carlos Manzo— y cómo gobiernos miran hacia otro lado, porque, como ya es costumbre, la culpa la tienen Calderón o Peña.

La reacción dela 4T ante la protesta fue reveladora. Se descalificó y señaló a bots, influencers y campañas financiadas desde el extranjero. Se dijo que había “muchos adultos, pocos jóvenes”. Nada nuevo, de nuevo la polarización entre “chairos” y “fifís”. Planteamientos que invitan a dividir y nutrir la imagen de un enemigo del cual hay que defenderse.

El paralelismo con tiempos pasados cobra peso, porque hemos regresado a un sistema político donde un solo grupo controla la Presidencia, el Congreso, buena parte del Poder Judicial y la mayoría de los gobiernos estatales. Ese modelo fomenta el uso del silencio y la censura como métodos de opresión.

El discurso se disfraza de democracia mientras opera como un régimen cerrado. El poder no está dispuesto a reconocer el descontento ni siquiera cuando viene de sus propias bases, de jóvenes que hace apenas un año votaron por Morena con entusiasmo. Parte de una generación que hoy se dice “decepcionada” es la que contribuyó en gran parte a darle el margen de gobernabilidad más amplio que ha tenido el país hace décadas.

El Mundial entusiasma al pueblo mexicano y ofrece una oportunidad para que el mundo mire hacia México. Desgraciadamente, hoy nos ven ignorar a una masa que manifiesta su inconformidad.

En vísperas de otro evento global, vuelve la tentación de maquillar el país mientras se le cuestiona desde dentro. El problema no es el Mundial. Quienes conocemos esa historia sabemos cómo terminó. Tomó 3 décadas que las voces fueran escuchadas. Es sabido que segundas partes nunca fueron buenas.

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