La muerte de un ser humano debería ser un tema serio. Somos una especie violenta, pero nuestra racionalidad debería llevarnos a la reflexión y al control de nuestros impulsos primitivos. La historia de la humanidad nos enseña que hemos usado nuestro talento para sofisticar nuestras herramientas de guerra e inventar justificaciones para matar.
Las personas positivas ven en las organizaciones y normativas internacionales que surgieron luego de los momentos más atroces de violencia y muerte un signo de esperanza. La Convención de Ginebra sobre los límites morales en la guerra, las Naciones Unidas y varios tratados internacionales buscan no olvidar el nivel de barbarie del que somos capaces y llevar los conflictos de forma más o menos decente con un mínimo de contemplación de la dignidad humana. Ahora parece que han quedado obsoletos y que estamos retrocediendo poco a poco y sin tapujos a la ley del más fuerte.
La guerra se extiende. Los conflictos armados surgen y continúan ya sin necesidad de justificaciones forzadas, como hace unos años, sino con total desapego al derecho internacional. El que puede invade, se apropia y mata sin siquiera tener que mentir para justificar sus actos, simplemente lo hace porque tiene la fuerza para hacerlo. Estamos ante el colapso de la cultura de la legalidad y la multilateralidad.

Otra raya de impunidad más al Cuau
La guerra en Gaza y Ucrania son muestra de que los convenios internacionales y las recomendaciones de la ONU no tienen ya peso en la arena política. Son eventos que, aún con un consenso internacional, se han desenvuelto al antojo del país dominante. Hay voces que incluso han hablado de invasión, hambruna provocada, campos de concentración, secuestro de niños y genocidio, palabras mayores que deberían ponernos los pelos de punta, y no ha pasado nada. Hoy Putin amenaza con extender la guerra a Europa y lo hace con la paz del que sabe que puede porque quiere.
Estados Unidos, por su parte, casi alcanza el centenar de muertos en ejecuciones sin juicio previo en el Caribe, violando el derecho internacional. Llegando incluso a rematar a dos sobrevivientes en un acto sin precedentes de crueldad y menosprecio a la dignidad humana, mientras amenaza con intervenciones militares a diversos países, entre ellos México.
Los ecos de la guerra recorren el mundo y poco a poco los países empiezan a armarse y a reclutar jóvenes para engrosar sus ejércitos. El autoritarismo ha resucitado y los discursos se endurecen y buscan enemigos hacia dentro y fuera de las fronteras. Los intereses económicos y políticos tratarán de imponerse más espero que en esta vorágine la dignidad humana prevalezca como un resquicio de decencia que nos impida repetir los horrores del pasado. ¿Aprendimos de nuestros errores?

