El miércoles pasado, en Oslo, la hija de María Corina Machado sostuvo entre las manos una medalla que pesa más que el oro con el que está hecha. Es el peso de millones de venezolanos que han visto su país desmoronarse, el de los presos políticos, los torturados, los desaparecidos y los exiliados. Ana Corina Sosa recibió el Premio Nobel de la Paz en nombre de su madre, cuando aquella realizaba una salida clandestina de Venezuela, que tomó casi 48 horas, descrita por el propio Comité como “extremadamente peligrosa”.
Machado ganó el Nobel de la Paz por “su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia” de acuerdo con lo que anunció el comité.
Se trata de la primera venezolana en recibir este premio y apenas la vigésima mujer en más de un siglo de historia del Nobel de la Paz. Es claramente un mensaje político directo al régimen de Nicolás Maduro y a todos los gobiernos que han preferido mirar hacia otro lado…

Reconocimiento al Ejército
En su discurso durante la ceremonia, el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, nombró la represión, habló de secuestros, torturas, asesinatos y abusos contra opositores en Venezuela.
“Señor Maduro, acepte los resultados de las elecciones y renuncie”, dijo contundente, refiriéndose a los comicios de julio de 2024.
Lo que el Comité Nobel hizo esta semana fue desnudar un régimen dictatorial ante el mundo y premiar a una mujer latina, perseguida y criminalizada en su propio país por pensar diferente, como símbolo de resistencia pacífica.
María Corina Machado pasó meses oculta, prófuga, mientras millones de venezolanos abandonaban su país. Más de 7.7 millones de personas han salido de Venezuela en la última década, lo que representa una de las mayores crisis de desplazamiento en el mundo.

Ana Corina, en nombre de su madre afirmó que la democracia no se defiende sólo en las urnas, sino en las calles, en los tribunales, en el exilio y que “la paz no es posible sin libertad” …
Y mientras el mundo aplaudía, México quedó en un silencio oficial casi absoluto. No hubo felicitación pública de la Presidencia de la República, ni de la Cancillería mexicana, ni una pequeña señal de reconocimiento a la mujer hispanoamericana, que en su lucha incansable por la democracia recibió el Nobel de la Paz en este 2025.
“Sin comentarios”, fue el único pronunciamiento oficial que intentó suavizarse con una invitación al diálogo, a la “no intervención” y la “autodeterminación de los pueblos”.
Pero la pregunta es inevitable: ¿Hasta dónde piensa llegar el Gobierno de México en esta actitud cómplice con el régimen de Nicolás Maduro? ¿Cuánto va a costarle a nuestro país esta consideración disfrazada de principio de política exterior?
Y curiosamente, el mismo día en que cámaras y micrófonos del mundo entero apuntaban a María Corina Machado en su primera aparición pública en meses, con todo lo que representa, en México la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Rosario Piedra, también frente a cámaras y micrófonos, guardó silencio ante los cuestionamientos de los medios sobre la violencia y las grandes crisis de derechos humanos que hoy vive México.
Más de 125 mil personas desaparecidas, según el registro oficial —la inmensa mayoría a partir de 2006—. En 2024 se registraron más de 31 mil nuevas desapariciones, lo que significa el año con más casos en la historia reciente. Y la titular de la CNDH simplemente calla.
Entonces, ¿para quién trabaja?…
El Nobel de la Paz para María Corina Machado es un premio incómodo para muchos. Para Maduro, porque exhibe su régimen dictatorial, y para quienes dentro y fuera de Venezuela prefieren relativizar la represión.
Porque nos recordó a todos que los derechos humanos son universales, que el autoritarismo, la represión, la censura y la persecución política, así como la libertad, no se entienden distinto según el idioma, el acento o las fronteras geográficas.
El principio de no intervención debe de ser defendido indiscutiblemente para cualquier nación, tanto como la imparcialidad en contextos de crímenes de Estado, elecciones robadas, libertades fracturadas por instituciones rotas y evidentes violaciones a los derechos humanos fundamentales.
El Premio Nobel de la Paz entregado a María Corina Machado este año, es una luz de esperanza no sólo para Venezuela, sino para todas aquellas luchas en favor de la libertad, porque evidenció que ante los abusos que se ejerzan contra ella, siempre habrá un mundo observando, juzgando y uniéndose a la cruzada desde otras trincheras…

