POLITICAL TRIAGE

Hasta pronto Gabriel Boric

Montserrat Salomón. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

El fin del cuento de hadas del gobierno de Gabriel Boric ha llegado con la aparatosa derrota sufrida por la izquierda, representada por Jannette Jara, a manos del conservador José Antonio Kast. Este final estaba anunciado desde la primera ronda, en la que Parisi (populista de derecha) y Kaiser (ultra derechista libertario) sumaban ya el 38% de los votos y anunciaban que Kast, segundo lugar en la votación, acabaría fácilmente con la candidata oficialista. 58% en segunda ronda es inapelable y ahora Boric y la izquierda tendrán que repensar su futuro y qué hacer con las ilusiones de aquellos que los llevaron a la presidencia arropados con sueños que no llegaron a realizarse.

El gobierno de Boric fue decepcionante. Gran parte de la derrota de Jara se debe a su mala gestión y a la falta de autocrítica de su partido. Desde el inicio, se empeñó en sacar adelante el proyecto de una nueva constitución. Sin embargo, no contaba con el apoyo necesario para hacerlo y no consideró que un proyecto de semejante envergadura necesita tener una mayoría que lo respalde o terminará siendo sectario, autoritario, impositivo o, simplemente, ilusorio. Y así fue, una ilusión ideológica que se impactó de lleno contra la realidad de un Chile que no quería un cambio radical en el seno mismo de su legislación.

Los proyectos de ley se estamparon reiteradamente contra el rechazo popular. Los plebiscitos carecieron de legitimidad cuando una aplastante mayoría del electorado se abstuvo de votar. Sin embargo, confiado con resultados parciales que le daban permiso para continuar con el proyecto de reforma, el gobierno insistió en realizar cambios que terminaban por sonar sectarios y desapegados a la realidad de la ciudadanía. Cuando se instauró el voto obligatorio para los plebiscitos, el rechazo se hizo patente y el gobierno perdió el rumbo aparentemente sorprendido de que su pueblo ya no lo respaldara.

Protestas masivas, desempleo y una supina falta de pericia de los gobernantes terminaron por sellar el ataúd de esta corrida hacia la izquierda de la política chilena. Lejos quedaba ya la prudencia de gobiernos de centro izquierda como el de Bachelet y el cambio era inminente. El efecto Boric, sin embargo, empujó ese cambio más hacia la derecha de lo que muchos hubieran esperado, despertando al extremismo, que, si bien no ganó, avanzó considerablemente.

Ahora Boric y su equipo tendrán que hacer una seria autocrítica y encontrar su posición en la oposición. Esperemos que busquen ser proactivos y cooperar con Kast para jalar hacia al centro a un país que necesita más resultados y menos ideologías. Boric podría encontrar su futuro político desde el consenso y la colaboración, ya que como líder dejó mucho que desear.

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