Rafael Rojas

Perfil definitivo de Reyes

APUNTES DE LA ALDEA GLOBAL

Alfonso Reyes, en una foto de archivo.*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Alfonso Reyes, en una foto de archivo.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Foto: Especial
Por:

Javier Garciadiego, historiador con una obra probada en diversos temas relacionados con el tramo final del Porfiriato y la Revolución Mexicana (la Universidad Nacional y las instituciones culturales, el reyismo y el carrancismo, las ideas y los ejércitos, el exilio español y los proyectos editoriales) ha dedicado buena parte de su trayectoria a investigar la vida y la literatura de Alfonso Reyes (Monterrey, 1889-Ciudad de México, 1959). Varios ensayos suyos, como los dedicados a los vínculos entre Alfonso y su hermano Rodolfo, o con sus amigos José Vasconcelos y Carlos Fuentes, así como una primera biografía, editada por Planeta en 2002 y reeditada en 2009, así lo atestiguan. 

Ahora El Colegio Nacional edita su volumen Sólo puede sernos ajeno lo que ignoramos (2022), que lleva por subtítulo Ensayo biográfico de Alfonso Reyes. El libro hace justicia al subtítulo y combina una reconstrucción precisa de la vida de Reyes y un ensayo amena y lúcidamente escrito sobre el pensamiento y la obra literaria del intelectual regiomontano. Es conocida la invectiva de Marcel Proust contra Sainte-Beuve, el crítico francés del siglo XIX, por anteponer la vida a la literatura en sus retratos de grandes escritores. Aquel dilema no tiene cabida en este libro.

Fueron, justamente, aquellos los años en que la muerte de su padre, en la asonada de febrero del 13 contra el presidente Francisco I. Madero, atizaron el dilema de las letras y las armas en la vida de Reyes. Sin embargo, como bien expone este ensayo, la política regresaría por sus fueros en la vida del escritor, cuando, tras diez años de exilio en España, fuera asignado a diversas misiones diplomáticas en Francia, Brasil y Argentina

El hilo biográfico es trazado desde la infancia del escritor en Monterrey y en la Ciudad de México, cuando su padre, Bernardo Reyes, fue gobernador de Nuevo León y secretario de Guerra del gobierno de Porfirio Díaz. La condición de hijo noveno en un clan numeroso, menor que sus hermanos Bernardo, Rodolfo y Roberto, se destaca en el estudio como una de las energías decisivas de la formación de su autoría. A pesar de la profunda admiración por su padre, plasmada no sólo en la “Oración del 9 de Febrero” y otros escritos sino en poemillas logrados a sus 12 o 13 años, Reyes enrumbó muy pronto su vocación por caminos diferentes a los de la carrera militar, política o jurídica, que predominaban en los varones de su familia.

En el acápite “Días alcióneos y días aciagos” repasa Garciadiego la presencia de Reyes en algunos de los proyectos intelectuales más significativos de principios del siglo XX en México, como la revista Savia Moderna y el Ateneo de la Juventud. Fueron, justamente, aquellos los años en que la muerte de su padre, en la asonada de febrero del 13 contra el presidente Francisco I. Madero, atizaron el dilema de las letras y las armas en la vida de Reyes. Sin embargo, como bien expone este ensayo, la política regresaría por sus fueros en la vida del escritor, cuando, tras diez años de exilio en España, fuera asignado a diversas misiones diplomáticas en Francia, Brasil y Argentina.

Una de las extrañas virtudes de este libro es el recorrido preciso por las diversas fases de ese itinerario público, sin desatender el curso de la poética y la ensayística del escritor. Así, vemos al diplomático y al académico Reyes, alternando su vida pública, y dotándola de sentido, con la escritura de textos cimeros como Cuestiones estéticas (1911) y El deslinde (1944)

Esa política, más de ideas o “del espíritu”, como diría su admirado Paul Valéry, que de poderes o de fuerzas, alcanzaría su plena realización en la gestión académica del escritor al frente, primero, de la Casa de España y, luego, de El Colegio de México, por casi veinte años. La biografía de Garciadiego propone ese desenlace de la vida pública de Reyes, en buena medida, como superación del drama familiar del proceso revolucionario y de la experiencia de un exilio amargo, seguido de empresas diplomáticas de alto valor cultural, que serían fundamentales para afincar la obra del poeta y ensayista mexicano en el horizonte latinoamericano.

Una de las extrañas virtudes de este libro es el recorrido preciso por las diversas fases de ese itinerario público, sin desatender el curso de la poética y la ensayística del escritor. Así, vemos al diplomático y al académico Reyes, alternando su vida pública, y dotándola de sentido, con la escritura de textos cimeros como Cuestiones estéticas (1911) y El deslinde (1944), Última Tule (1942) y La filosofía helenística (1959), Sol de Monterrey (1932) y Homero en Cuernavaca (1949). Bios y grafía, vida y escritura de Alfonso Reyes, reconciliadas finalmente en este espléndido libro de Javier Gaciadiego.