Este jueves, el estadounidense Robert Prevost dejó atrás los hábitos cardenalicios para asumir como el Papa León XIV, el liderazgo de la Iglesia católica.
Prevost, como el sucesor número 267 de Pedro, da continuidad, o viene a renovar, al legado de algunos de los pontífices más influyentes de la historia moderna, entre ellos León XIII, el llamado “Papa social”.
León XIII, nacido como Vincenzo Gioacchino Pecci en 1810, llegó al trono de Pedro a los 67 años. Aunque entonces pensó que era demasiado mayor para asumir el cargo, acabaría gobernando por más de 25 años, hasta su muerte en 1903.
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Fue el segundo papa más longevo hasta la fecha, pues murió los 93 años. Su larga gestión no solo dio estabilidad a una Iglesia sacudida por las tensiones políticas del siglo XIX, sino que también proyectó una visión renovadora en tiempos de cambios sociales.
Uno de los ejes más destacados de su pontificado fue su preocupación por las condiciones de la clase trabajadora. En 1891 publicó Rerum Novarum, la encíclica fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia, que planteaba principios como el salario justo, el derecho a la propiedad privada y la legitimidad de los sindicatos. Esto le valió el reconocimiento como el primer Papa en abordar directamente los problemas derivados del capitalismo industrial.
León XIII también fue un Papa de pensamiento abierto. Impulsó el estudio del tomismo como base filosófica para enfrentar los dilemas del pensamiento moderno y reabrió los Archivos Secretos del Vaticano a los investigadores, señal de su apuesta por el diálogo con la ciencia y la historia; además, refundó el Observatorio Vaticano, para reforzar el papel de la Iglesia en la investigación científica.
Más de un siglo después, el legado de León XIII, que supo mirar hacia el futuro sin renunciar a la tradición, vuelve a ser evocado con la figura del cardenal Prevost, que asume el reto de pastorear una Iglesia tras la muerte del Papa Francisco.
cehr