Nadie nos vio partir se ha convertido en los últimos días en una de las series más populares de Netflix.
Sin embargo, poca gente sabe que la producción integrada por cinco capítulos está inspirada en la novela del mismo nombre escrita por Tamara Trottner, quien relata sus recuerdos de infancia.
La autora describe en este libro el viaje que realizó junto a su padre y su hermano como un secuestro, y toda la historia es contada desde su perspectiva, siendo ella una niña de apenas cinco años.

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Aquí te contamos la historia real detrás de la exitosa serie.
¿De qué trata Nadie nos vio partir?
La serie Nadie nos vio partir narra la historia de Valeria Goldbeg (interpretada por Tessa Ía) y Leo Saltzman (Emiliano Zurita), un matrimonio joven en la Ciudad de México durante los años 60, quienes pertenecen a dos influyentes familias de la comunidad judía.
Aunque aparentan ser una familia ideal junto a sus hijos, Tamara e Isaac, su unión fue producto de un acuerdo económico entre sus familias, por lo que no existe amor verdadero entre ellos.
Leo, un hombre muy influenciado por su padre Samuel (Juan Manuel Bernal), se enfrenta a la traición de su esposa cuando descubre que Valeria mantiene una relación amorosa con su cuñado Carlos (Gustavo Bassani). Guiado por los consejos de su padre, Leo toma la drástica decisión de llevarse a sus hijos al extranjero sin informarle a Valeria al respecto.
De este modo Leo, Tamara e Isaac inician un viaje por distintos países que termina en Israel. A la par, Valeria inicia una intensa búsqueda internacional para recuperar a sus hijos.
La historia real de Nadie nos vio partir
La historia de Nadie nos vio partir surge de una historia real. Todo inicia cuando Tamara Trottner e Isaac viajaron por distintos países como Italia, Francia, Sudáfrica e Israel junto a su padre, todo en un lapso de dos años.
En la vida real, sus padres se habían separado cuando Tamara tenía apenas un año, y aunque mantenían una relación cordial mientras criaban a sus hijos, todo cambió en el quinto cumpleaños de la autora. Ese día, su padre los sacó del país bajo el pretexto de un paseo a Valle de Bravo. De esta forma, inicia a lo que Tamara considera un secuestro.
Durante su estancia en Sudáfrica, los hermanos vivieron en pleno régimen del apartheid, una política oficial de segregación racial impuesta por el gobierno blanco, caracterizada por la violencia y represión hacia quienes se oponían. Su padre se involucró con movimientos contrarios al régimen, por lo que pronto se vieron obligados a huir del país.
Posteriormente, Tamara Trottner y su hermano vivieron en un kibutz en Israel, una comunidad agrícola organizada bajo ideales socialistas. En esa época, los kibutz estaban en auge y desempeñaban un papel relevante en la política y el ejército israelí.
En estos espacios, los hijos no eran criados directamente por sus padres, sino que se educaban de manera colectiva, conviviendo y creciendo junto a otros niños como parte de la comunidad. Mientras todo esto pasaba, su madre inició la búsqueda de sus hijos con ayuda de detectives privados, hasta que logró recuperarlos.

